dimecres, 5 de novembre del 2014

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La premio Nóbel paquistaní Malala Yousafzai ganó el premio Niños del Mundo

Malala Yousafzai
Malala Yousafzai.

Malala Yousafzai, la joven paquistaní galardonada con el Premio Nóbel de la Paz este año recibió este martes el Premio de los Niños del Mundo, atribuido por menores de 110 países.  
"Millones de niños votaron para recompensar a Malala y concederle el premio de los Niños del Mundo" anunció la organización del mismo nombre en un comunicado de prensa.
 
"Nadie había recibido nunca el premio Nóbel de la Paz y el premio Niños del Mundo el mismo año" explicó la organización.
 
Yousafzai, de 17 años, es la Nóbel de la Paz más joven de la historia. Comparte el galardón con el indio Kaliash Satyarthi, luchador contra la explotación de los niños.
                                        MALALA
Malala es un poema que nació mujer, es el acento de la libertad-ariete contra las murallas de la incomprensión.
Malala dibuja caminos que parten de la infancia donde arrojan a la hoguera cruces de palo y lunas de plata.
Malala es palabra espada que lucha contra el viento.
Cuando los pájaros vuelan, los peces nadan sus aguas, las plantas crecen libres; Malala dibuja ventanas, Malala dibuja puertas por donde sale el hedor de la sociedad caduca, de la sociedad podrida.
Malala abre pueblos, ciudades, escuelas.
Malala se escucha en los disparos de los asesinos, en el vitriolo que deforma rostros, en la multitud muda de las naciones, en procesiones que llevan esclavos siglo veintiuno, en bombas de todas las guerras.
Malala es bandera de sangre, valentía de paz, la niña ausente, la mujer que nace.
Malala es mujer. La mujer que se multiplica. Su voz no tiene rejas. Su dolor es llama que grita por los mares.
Cruzan sus ecos, horizontes de dioses. Camina con el peso de la tierra. Niños de Tamaulipas. Ciudad Juárez, Infancia de África. Norte, sur, este, oeste.
Desde Paquistán se abre el epicentro de Malala, terremoto de conciencias dormidas.
Fluye de Malala un río que cruza el puente de la necesidad, vislumbra desiertos de pobreza con nombre de subdesarrollo.
Va allí donde dibujan países en el aire, deportes de caza de los demás.
Cruza mares, arenales, vendavales de lluvia y viento que dejan desenterrados cuerpos que no pasarán más hambre.
Llora desde la inocencia sobre pañuelos rotos de seda o algodón donde hay niños sin escuela, manos sin pan, bocas cerradas, pies descalzos, dueños sin nombre.
Deja caer desde su altura estrellas sobre sombras. Conoce tierra de tempestades. Nada la detiene en lugares remotos.
Bebe en la joven fuente de su inteligencia. Insufla el espíritu de libertad. Siembra en corazones su lucha igualitaria. Cabalga el indómito caballo de la intransigencia en el rodeo de tiranos que aplauden sus caídas.
Malala lleva encendida su lámpara en la noche femenina de todos los tiempos.

Poema de Tomás Acosta Píriz.